sábado, 23 de mayo de 2009

Mandar a la mierda es simple y sagrado.

Es sacarle monedas a la mamá del bolsillo de la chaqueta.
Es hacerse el choro en la calle
y después llorar por unas zapatillas.
Es sacarle la lengua a un ciego.
Es bailar lo que sea sin comer nada antes.
Es seguir a un perro y no lo contrario.
Es visitar la casa donde te criaste.
Es ver a los viejos en las bancas
de las entradas de sus casas.
Es sacarse las botas y saltar sobre un charco
de una lluvia que no termina.
Es dormirse bajo un tronco.
Es una laucha mirándose al espejo
sin temor de las escobas.
Es lo que es de a poco.
Es esperar que no nos encontremos.

2 comentarios:

  1. claro, si lo contrario, el esfuerzo, siempre será lo complejo... dígase la vida..

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  2. Huelo en tus palabras la influencia de nuestros (en todo caso, mis) queridos literatos latnoamericanos contemporáneos. Algo de sus lecturas han quedado en tu pluma digital. Interesante composición. Cariños,
    Javi

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